Son muchos los niños que viven inmersos en una actividad trepidante: Francés, Inglés, taekwondo, fútbol, natación… todo tipo de actividades extraescolares. Sus padres llevados por la preocupación de capacitar profesionalmente a su hijo o, quizás, porque no tienen tiempo para atenderlos, han decidido invertir en actividades orientadas a la adquisición de conocimientos y destrezas que «preparen» a sus hijos a afrontar los retos de la dura vida que les espera. Pero… esta idea… este interés… ¿está bien orientado? ¿es eficaz?
En Tambre estamos convencidos de que para alcanzar el éxito en cualquier campo de la vida (profesional, familiar, etc.), además de los conocimientos o destrezas deportivas, intelectuales o culturales que adquiramos, es mucho más importante poseer una personalidad armónica, cultivada, un carácter que permita encontrar, compartir y crear felicidad en cada ámbito de la vida (¡incluso en el trabajo!). Pensamos que desarrollar/forjar el carácter es absolutamente necesario para adquirir una personalidad que permita alcanzar el éxito en todos y cada uno de nuestros ámbitos vitales. Es una llave que ya poseen los emprendedores sociales y que es necesario estimular desde las edades más tempranas. Esta, pensamos, es la clave para que tus hijos triunfen en el futuro, para que sean felices. Por eso: TAMBRE.
Lo único que sabemos del futuro es que vamos a seguir trabajando con personas. Por tanto, tendremos que organizarnos, trabajar en equipo, ser líderes, creativos. Y todo ello solo es posible si trabajamos entre otras competencias, la empatía, una habilidad con la que todos nacemos pero que hay que practicar y estimular. De lo contrario, no conseguiremos nada. El mundo empresarial y social está cambiando nuestra manera de funcionar, ahora no vale saber mucho de un tema, conocer una profesión… la interactividad e inmediatez han hecho que ahora lo que existen son estructuras de colaboración (se comparte el conocimiento, los logros,…) y hay que saber colaborar, trabajar en equipo, conectar con los demás, ceder, arrimar el hombro…
Empatía con acción
Pero no sólo hay que ser capaces de ponerse en el lugar del otro. Sino de hacer algo por mejorar cada situación. Porque, de lo contrario, no vale de nada. Todos los emprendedores sociales tienen un alto grado de empatía, puesto que son capaces de detectar un problema y de ponerse en marcha para solucionarlo (acción). A gran escala, podríamos hablar del virus Ébola (por ejemplo) pero, a pequeña se puede fomentar y trabajar, por ejemplo: en un juego del Tambre en el que hay que conectar y trabajar con ese chico «que no te cae tan bien», o en ese partido de baloncesto que vamos a jugar cuando «a ti no te gusta el baloncesto»…
Tambre
Visitas a los pobres (solidaridad), hacer de monitores con los más pequeños, encargos, practicar deportes variados (aunque no les gusten o no se les den bien) son actividades que hacemos en Tambre con la finalidad de que los chicos sean capaces de ponerse en el lugar del otro, puedan ser generosos, preocuparse de los demás: crecer y hacer crecer. Todas, ABSOLUTAMENTE TODAS, las actividades de Tambre van encaminadas a trabajar y enriquecer la propia personalidad. Y las hacemos, con un sentido cristiano, con esa certeza que nos da seguridad en lo que hacemos: despertar la generosidad, magnanimidad, reciedumbre, voluntad fuerte ante los obstáculos, encajar los propios errores y pasar por encima de los errores de los demás, aprender a convivir con todos, no sólo con los que me caen bien o tienen mis mismas aficiones… Sí, Tambre es importante por todo esto: no somos una academia para sacar buenas calificaciones (que también las conseguiremos) ni un club social en el que vuestros hijos vienen a «pasárselo bien». No, es una ayuda a la familia para desarrollar de manera plena y armónica la propia personalidad que, en el fondo, es conformar el corazón y la cabeza a la medida de la personalidad más rica que ha tocado nuestra historia humana: Jesucristo.