-
30Abr
Protagonistas de nuestra vida
Cuando explicamos el por qué de nuestras reacciones espontáneas, más que decir «es que soy así», muchas veces tendríamos que admitir: «me he hecho así». Editorial sobre la forja del carácter en la vida del cristiano.
-
12Feb
El recto amor de sí mismo
Nuevo texto de la serie centrada en la formación de la personalidad. En esta ocasión, se reflexiona sobre el conocimiento de uno mismo, con virtudes y defectos, necesario para ser feliz. Habéis sido rescatados (…) no con bienes corruptibles, plata u oro, sino con la sangre preciosa de Cristo. San Pedro recuerda a los primeros cristianos que su existencia tiene un valor inconmensurable, pues han sido objeto del abundante amor del Señor, que los ha redimido. Cristo, con el don de la filiación divina, llena de seguridad nuestros pasos por el mundo. Así lo manifestaba con espontaneidad a san Josemaría un chico: «Padre —me decía aquel muchachote (¿qué habrá sido de él?), buen estudiante de la Central—, pensaba en lo que usted me dijo ¡que soy hijo de Dios!, y me sorprendí por la calle, ‘engallado’ el cuerpo y soberbio por dentro ¡hijo de Dios!» Le aconsejé, con segura conciencia,…
-
01Dic
Una personalidad que se identifique con Cristo
Además de los artículos sobre Educación ya subidos a la web y que os recomendamos leer, vamos a ir publicando otros sobre la formación del carácter y la madurez cristiana. ¿Cómo influye la personalidad en la vida diaria? ¿puede cambiar una persona? ¿qué papel desarrolla la gracia? Pensamos que trabajar esta línea es el camino más directo para alcanzar la felicidad en todos y cada uno de nuestros proyectos personales. ¿Por qué reacciono de ese modo? ¿Por qué soy así? ¿Podré cambiar? Son algunas de las preguntas que alguna vez pueden asaltarnos. A veces, nos las planteamos respecto a los demás: ¿por qué tiene ese modo de ser?… Vamos a profundizar sobre estas cuestiones, mirando a nuestra meta: parecernos cada vez más a Jesucristo, dejándolo obrar en nuestra existencia. Este proceso abarca todas las dimensiones de la persona, que al divinizarse conserva los rasgos de lo auténticamente humano, elevándolos según…
-
24Nov
Educar en el pudor (1): los años de la niñez
El sentido del pudor despierta en el hombre a medida que va descubriendo su propia intimidad. El respeto que tiene que tener cada persona por si misma se aprende, principalmente, en la familia. Algunas sugerencias en este editorial. ¿Qué es el pudor? A primera vista, un sentimiento de vergüenza que lleva a no manifestar a los demás algo de nuestra intimidad. Para muchos, se trata simplemente de una defensa más o menos espontánea contra la indecencia, y no faltan quienes lo confunden con la mojigatería. Sin embargo, esta concepción resulta limitada. Es fácil apreciar esto cuando consideramos que, donde no hay personalidad ni intimidad, el pudor resulta superfluo. Los animales carecen de él. Además, no se extiende solo a las cosas malas o indecentes; hay también un pudor de las cosas buenas, una vergüenza natural a manifestar, por ejemplo, los dones que se han recibido. El…
-
21Nov
Educar en el pudor (2): La infancia y la adolescencia
La adolescencia es una etapa fundamental en la vida de cada persona. Se necesita sentir la libertad y al mismo tiempo se necesita sentirse ligado a los demás. La educación en esta etapa es diferente. Algunas sugerencias en este editorial. El periodo que va, más o menos, entre los siete y los doce años –cuando ya empiezan a asomarse algunos rasgos de la adolescencia– corresponde a la época más dulce del crecimiento para padres e hijos, sobre todo si previamente la educación ha sido bien llevada. El hijo o la hija ya es capaz de atender por sí solo sus asuntos, pero cuenta mucho con sus padres y les suele confiar todas sus cosas. Hay un verdadero afán de saber, de despejar cualquier incógnita. Y, cuando se utilizan las palabras adecuadas, comprenden muy bien lo que se les transmite. Esa relativa tranquilidad no debe ser una excusa para…
-
21Nov
Educar en las nuevas tecnologías
La tecnología vertebra en gran medida la vida de los hombres y mujeres de hoy. Tenemos que encauzarla para que su uso nos ayude a desarrollarnos como personas, como se sugiere en este editorial. Las nuevas generaciones han nacido en un mundo interconectado al que sus padres no estaban acostumbrados. Acceden muy pronto a internet, a las redes sociales, a los chats, a las video consolas. Su capacidad de aprendizaje en este ámbito avanza al mismo ritmo vertiginoso con que se desarrollan las tecnologías. Desde tempranas edades los niños y jóvenes están expuestos a un universo aparentemente sin fronteras. Esta situación ofrece una gran cantidad de beneficios, pero al mismo tiempo comporta algunos riesgos que hacen aún más necesaria la cercanía y la orientación de los padres. Conviene asomarse positivamente a la “era digital”, porque como señala Benedicto XVI, «si se usa con sabiduría, puede contribuir a…
-
21Nov
Educar en libertad
La confianza que se nos muestra nos mueve a obrar; y nos paraliza, en cambio, sentir que desconfían de nosotros. Por eso, es muy ventajoso ayudar a los hijos a administrar su libertad. Dios ha querido crear seres libres, con todas sus consecuencias. Como un buen padre, nos ha dado la falsilla –la ley moral– para que podamos utilizar correctamente la libertad, es decir, de forma que revierta en nuestro propio bien. Junto a esto, ha querido correr el riesgo de nuestra libertad?(1). De algún modo, se puede decir que el Todopoderoso ha aceptado someter sus propios designios a la aprobación del hombre; que Dios condesciende con nuestra libertad, con nuestra imperfección, con nuestras miserias?(2), porque prefiere nuestro amor libremente entregado a la esclavitud de un títere; prefiere el aparente fracaso de sus planes a poner condiciones a nuestra respuesta. San Josemaría cita en Camino un “dicho”…
-
21Nov
Educar en amistad
«El ideal de los padres se concreta más bien en llegar a ser amigos de sus hijos», decía san Josemaría. Sólo así se crea la confianza que hace posible su educación. Lo más importante de la educación no consiste en transmitir unos conocimientos o habilidades: es, ante todo, ayudar al otro a que crezca como persona, a que despliegue todas sus potencialidades, que son un don que ha recibido de Dios. Lógicamente, también es necesario instruir, comunicar contenidos, pero sin perder nunca de vista que educar tiene un sentido que va más allá de enseñar unas capacidades manuales o intelectuales. Implica poner en juego la libertad del educando y, con ésta, su responsabilidad. De ahí que, en cuestiones de educación, es preciso proponer metas, objetivos adecuados que, dependiendo de cada edad, puedan ser percibidos como algo sensato que da significado y valor a la tarea emprendida. …
-
21Nov
Educar en templanza y sobriedad (2)
«Quien es señor de sí mismo posee maravillosas posibilidades para entregarse al servicio del prójimo y de Dios, y alcanzar así la máxima felicidad». Segundo editorial sobre cómo educar a los adolescentes en la templanza. La adolescencia ofrece nuevas posibilidades para educar en la templanza, pues el joven tiene una mayor madurez, y esto facilita la adquisición de virtudes, que requieren interiorizar hábitos de comportamiento y motivos. Si bien el niño puede acostumbrarse a hacer cosas buenas, sólo cuando llega a una cierta madurez afectiva e intelectual puede profundizar en el sentido de las propias acciones, y valorar sus consecuencias. En la adolescencia es importante explicar el porqué de algunos comportamientos, percibidos quizá por el joven como formalismos; o de algunos límites que conviene poner a la conducta, y que tal vez vean como meras prohibiciones. En definitiva, hemos de aprender a dar razones válidas por las que…
-
21Nov
Educar en templanza y sobriedad (I)
«Tened valor para educar en la austeridad -decía san Josemaría a un grupo de familias-; si no, no haréis nada». Sobre esta virtud se centra este nuevo texto editorial de la serie dedicada a la familia. En la labor de educación, cuando los padres niegan a sus hijos algún deseo, es fácil que éstos pregunten por qué no pueden seguir la moda, o comer algo que no les gusta, o qué les impide pasar horas navegando por internet, o jugando en el ordenador. La respuesta que viene espontánea puede ser, simplemente, “porque no nos podemos permitir ese gasto” o “porque debes terminar tus tareas” o, en el mejor de los casos, “porque acabarás siendo un caprichoso”. Son respuestas hasta cierto punto válidas, al menos para salir de un momentáneo atolladero, pero que sin pretenderlo pueden ocultar la belleza de la virtud de la templanza, haciendo que aparezca ante…









